La Organización Internacional del Trabajo (OIT) viene señalando, desde hace varios años, que la protección de los trabajadores contra los productos químicos peligrosos es esencial para garantizar poblaciones saludables y entornos sostenibles. A pesar de las graves consecuencias a la integridad de los trabajadores, estos continúan expuestos a los productos químicos en casi todos los sectores del lugar de trabajo.
El informe del ISTAS, financiado por el Fondo Social Europeo y por la Fundación Biodiversidad, calcula que en España hay más de 3,2 millones de trabajadores expuestos a productos químicos en sus lugares de trabajo. Algunos son inocuos, pero otros son dañinos en grado diverso, y la presencia de cancerígenos o mutágenos no es nada excepcional. Se estima que unos dos millones de trabajadores manipulan productos nocivos o tóxicos. Como resultado, las enfermedades derivadas de la exposición a agentes químicos «son mucho más frecuentes y más importantes que los accidentes de trabajo», aseguran los autores del informe, dirigido por el médico Alfonso Calera.
El problema es que la exposición a tóxicos en la empresa suele ser de baja intensidad, pero de larga duración, y los efectos aparecen a largo plazo. A menudo acaban surgiendo enfermedades crónicas y degenerativas que se manifiestan en edades tardías, cuando el trabajador está ya jubilado. Así sucede con la encefalopatía tóxica producida por los disolventes o con diversos cánceres producidos por agentes químicos. Estas enfermedades no se registran en ningún sistema de declaración específico y escapan de las estadísticas. España es el cuarto miembro de la Unión Europea que declara un menor número de enfermedades profesionales.
El riesgo de exposición no se limita a las industrias químicas y afines, como suele pensarse, sino que abraza todos los sectores debido al uso general de productos de limpieza, adhesivos, pinturas, pesticidas, barnices y muchos otros. Entre las actividades que han registrado mayor incremento en el uso de agentes químicos destacan la construcción, la limpieza profesional, los hospitales, la industria del tratamiento de residuos y la agricultura, a los que habría que añadir la industria del metal, los talleres mecánicos, las imprentas, tiendas de droguería, laboratorios, peluquerías y un largo etcétera.
El mayor problema no son los agentes químicos, sino el desconocimiento de sus usuarios por eso desde Europreven, os animamos a formar a los trabajadores en productos químicos.
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