En los últimos años, el mundo laboral ha sufrido cambios significativos, acelerados por la tecnología, la globalización y la presión constante por rendir más. Con ello, ha surgido una nueva forma de comportamiento que está afectando a muchas personas: la “sisifemia”. Esta es una palabra que ha empezado a cobrar relevancia en el ámbito psicológico y laboral, y hace referencia a una obsesión por el trabajo, una necesidad constante de estar siempre ocupado y de obtener resultados inmediatos, a veces a costa de la salud física y mental. ¿Te suena familiar? Si es así, es posible que estés experimentando este fenómeno.
El término sisifemia proviene de la mitología griega, donde el rey Sísifo es castigado a empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo hacia abajo una y otra vez, un esfuerzo interminable e inútil. Esta metáfora se utiliza para describir cómo algunas personas se sienten atrapadas en una búsqueda constante de logros sin un fin claro, sin satisfacción real, como si estuvieran empujando una «roca» sin ver nunca el resultado.
En el contexto laboral, la sisifemia describe un comportamiento obsesivo que se traduce en la necesidad de trabajar sin descanso. Las personas afectadas pueden sentir una presión constante para rendir, sin importar la carga de trabajo o la falta de satisfacción en lo que hacen. Es como estar atrapado en un ciclo de esfuerzo sin descanso ni recompensas visibles.
La ausencia de medidas frente al acoso laboral puede acarrear consecuencias graves, tanto para la empresa como para los empleados:
Consecuencias legales: Multas y sanciones por no cumplir con la normativa vigente.
Daño reputacional: Pérdida de confianza por parte de clientes y colaboradores.
Impacto en la salud: Estrés, ansiedad y otras afecciones en los trabajadores afectados.
La sisifemia es una manifestación moderna del estrés laboral crónico que pone en peligro nuestra salud mental y física. Si te has sentido atrapado en este ciclo interminable, recuerda que no necesitas estar siempre ocupado para ser valioso. Es posible encontrar un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y reconocer que la productividad no siempre significa estar trabajando más, sino trabajar de manera más inteligente y saludable.
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